miércoles, 2 de julio de 2014

Los azulejos del Palacio de Pimentel


            El  Palacio de Pimentel, situado al final de la Calle Angustias y junto a la Plaza de San Pablo, tiene un zaguán de acceso al patio, al que se accede desde la puerta principal del palacio, en el que se instaló entre los años 1939 y 1940 un zócalo de azulejos realizado por el artista talaverano J. Ruiz de la Luna, en el que mediante doce escenas recrea episodios relevantes de la historia de Valladolid. Dichos episodios representan un periodo de tiempo comprendido entre la primera visita del rey Carlos I a Valladolid  y la llegada a la ciudad de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

            Valladolid era una ciudad donde se organizaban grandes festejos, alternándose eventos religiosos como los autos de fe, procesiones o autos sacramentales con otros de carácter lúdico que tenían lugar para festejar las visitas reales, nacimientos y bautizos de príncipes, y todo tipo de acontecimientos. En el mosaico titulado “Torneo en la Plaza Mayor” se representa uno de los juegos entre los muchos que se organizaron en Valladolid hacía el año 1517 para celebrar la primera visita del rey Carlos I.

            La entrada del cortejo real en Valladolid fue apoteósica, queriendo demostrar no solamente su poder, sino que estaban ante el nuevo rey de España, Nápoles, Sicilia, Cerdeña y los territorios americanos. El rey Carlos I aprovechó su estancia en Valladolid para convocar las primeras Cortes de su reinado que se celebraron entre noviembre de 1517 y marzo de 1518. Estas se celebraron en un clima de malestar por los extranjeros que acompañaban al rey, ya que su desconocimiento de la lengua dificultaba la comunicación con el reino.  


Torneo en la Plaza Mayor

            La serie continua con el episodio titulado “Reales sitios” donde se representa el aspecto de la actual Plaza de San Pablo el día del bautizo de Felipe II, cuando para tal fin se construyó un pasadizo elevado que se iniciaba en el primer descansillo de la escalera situada entonces hacia la Calle Cadenas de San Gregorio, y que a través de una de las ventanas  del palacio llegaba hasta el altar mayor de la iglesia de San Pablo. El pasadizo realizado en madera y decorado con guirnaldas de frutos y alegorías renacentistas fue construido para que la familia real discurriera por él sin pisar la calle.  Existe una leyenda que cuenta que Felipe II fue sacado por una ventana del palacio de la calle Cadenas de San Gregorio, para que fuese bautizado en la iglesia de San Pablo, porqué de salir por la puerta principal debería haber sido  bautizado en la parroquia de San Martín. La ventana por la cual salió Felipe II está señalada mediante una cadena que une las dos partes de la reja.


Reales sitios

            La tercera de las escenas representadas y que enlaza directamente con la anterior es la titulada “Bautizo de Felipe II”. El día 5 de junio de 1527 Felipe II fue bautizado en la iglesia de San Pablo por el arzobispo de Toledo acompañado por los obispos de Palencia y de Osma. Para tal fin la iglesia de San Pablo fue decorada con gran majestuosidad, se colgaron tapices, fue iluminada con imponentes candelabros y arañas, y se colocaron flores y adornos adecuados a tan importante acontecimiento. Importantes personalidades participaron en el evento entre los que destacan Don Iñigo Fernández de Velasco y Mendoza  Condestable de Castilla, la reina de Francia Doña Leonor, los Duques de Alba y de Bejar, los Condes de Salinas y de Haro, y los Marqueses de Villafranca y de Vélez.

            Después del bautizo se organizaron en Valladolid grandes fiestas con juegos, toros y torneos.


Bautizo de Felipe II

            Tras la abdicación de Carlos I, el 28 de marzo de 1556 fue proclamado rey de Castilla Felipe II, hecho que se representa en el mosaico titulado “Proclamación de Don Felipe II como rey de Castilla”. Felipe II gobernó un imperio integrado por los reinos y territorios de Castilla, Aragón, Navarra, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, Orán, Túnez, todos los territorios americanos descubiertos y Filipinas. A estos territorios se les unió en 1580 Portugal y su imperio afroasiático. El reinado de Felipe II entre los años 1556 y 1598 fue el periodo donde la hegemonía española alcanzó su esplendor, eran tan extensos los dominios de Felipe II que se llegó a decir que “en el imperio español nunca se ponía el sol”.


Proclamación de Don Felipe II como rey de Castilla

            Don Juan de Austria fue un hijo ilegítimo de Carlos I y Bárbara Blomberg, del que no se conoce con exactitud la fecha de su nacimiento, posiblemente fuera entre los años 1545 y 1547.

            Carlos I decidió que su hijo ilegítimo se criara en España, y  mediante un codicilo redactado en 1554 hizo posible que Felipe II le reconociera como miembro de la familia real, trasladándole al castillo de don Luis de Quijada en la localidad de Villagarcía de Campos próxima a Valladolid.

            La princesa Juana que era la regente de Felipe II, pidió en ausencia de este conocer a don Juan de Austria, hecho que se produjo el 21 de mayo de 1559, coincidiendo con la celebración de un auto de fe donde fueron quemados en la hoguera 15 condenados, entre los que se encontraba el doctor Cazalla. Este episodio es el que representa el mosaico titulado “Presentación de don Juan de Austria con motivo del auto de fe del doctor Cazalla”. Felipe II conoció a su hermano de padre a mediados de septiembre de 1559. 


Presentación de Don Juan de Austria con motivo del auto de fe del doctor Cazalla

            En septiembre de 1559 Felipe II vino por primera vez a Valladolid después de su coronación en marzo de 1556, este episodio queda representado en el mosaico titulado “Venida de Felipe II a Valladolid por primera vez siendo rey”. Felipe II fue uno de los impulsores del engrandecimiento de la ciudad de Valladolid, pero la necesidad de controlar la entrada de los metales preciosos que iban llegando de las tierras de América, junto con la saturación institucional que se había producido en la ciudad reduciendo su eficacia, hizo necesario que Felipe II trasladase la corte a Madrid en el mismo año de 1559. Después del traslado de la corte, ya no volvería a Valladolid, tan solo alguna aparición esporádica durante el reinado de Felipe III.


Venida de Felipe II a Valladolid por primera vez siendo rey

            La reliquia de San Benito era un fémur del Santo, que la familia de don Diego de Álava Viamonte, embajador en la corte francesa y hombre de confianza de Felipe II, donó al monasterio de San Benito, del que  uno de sus sobrinos era profeso. La reliquia fue recogida de manos del rey de Francia Carlos IX, y la entrada en Valladolid se produjo el 10 de junio de 1594. Al acontecimiento fue invitado el rey Felipe II, el cual al no poder asistir, envió una de sus mejores literas para trasladar la reliquia.

            Este es el episodio que recoge el mosaico titulado “Entrada de la reliquia de San Benito”. La entrada de la reliquia fue seguida de grandes celebraciones, corridas de toros, juegos populares, y otros festejos. La reliquia quedó depositada en la iglesia de Santa María la Mayor frente a la Universidad.


Entrada de la reliquia de San Benito

            El 22 de julio de 1594, la reliquia de San Benito fue trasladada en solemne procesión desde la iglesia de Santa María la Mayor al monasterio de San Benito. Las calles por donde discurría fueron engalanadas, e incluso se levantaron vistosos arcos de triunfo florales. La procesión de la reliquia de San Benito se institucionalizó, celebrándose todos los años, costumbre que se prolongó hasta el siglo XIX. Esta procesión se encuentra representada en el mosaico titulado “Procesión de la reliquia de San Benito”.


Procesión de la reliquia de San Benito

            El siguiente mosaico titulado “Santa María La Antigua” está dedicado a una de las parroquias más antiguas de Valladolid, la cual fue mandada edificar por el conde Pedro Ansúrez, fundador y repoblador de la ciudad. La iglesia se construyó en el siglo XI, hacia el año 1095, no quedando nada de la construcción primitiva. En el primer cuarto del siglo XII se le añadieron una torre románica y un pórtico adosado a su muro norte, siendo estos dos elementos la parte más antigua que ha llegado a nuestros días. El resto de la iglesia fue sustituido en el siglo XIV por una construcción gótica, la cual tras alguna que otra reforma es la que ha llegado a nuestros días; siendo uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad.


Santa María La Antigua

            El mosaico titulado “El Incendio de Valladolid”, nos recuerda el gran incendio que se declaró en Valladolid el 21 de septiembre de 1561 día de San Mateo y que dejó destruido el centro de la ciudad.

            Al final de la Calle de la Platería (antes llamada de la Costanilla), y muy cerca de la Calle Macías Picavea se encontraba la casa del platero Juan de Granada, al que se le atribuye la imprudencia que dio origen al incendio. En apenas seis horas el fuego destruyó toda la calle, ayudado por un fuerte viento del este y por el tipo de construcción que se empleaba en aquellos años; casas con estructura de madera en la que no existían muros de ladrillo medianeros que pudiesen hacer de cortafuegos, el fuego saltaba de casa a casa con suma facilidad, siendo prácticamente imposible su extinción.

            El viento cambió de dirección a suroeste y en el transcurso de cuarenta y ocho horas el fuego se había extendido hacía la Acera de San Francisco (actual Calle Ferrari), destruyendo a su paso la Plaza del Mercado (actual Plaza Mayor), la Calle de la Pasión, Teresa Gil, Plaza Cantarranas, Plaza de Corrillo, y prácticamente todas sus calles adyacentes. El resultado fue de al menos 440 casas destruidas y seis personas fallecidas. De nada sirvió la ayuda ciudadana en el intento de sofocar el incendio, se cuenta que incluso algunos monjes benedictinos renunciaron a su clausura para participar en la extinción del incendio.


El Incendio de Valladolid

            Tras el incendio el Concejo inició ese mismo día, 24 de septiembre, la gestión de la catástrofe, ocupándose en primer lugar de los afectados, proporcionándoles ayuda y alojamiento. También proporcionó lugares en la plaza para que se reanudara la actividad comercial, solicitando para ello trazas a Francisco de Salamanca. Ese mismo día el Concejo tomó la decisión de solicitar a Felipe II ayuda para la reconstrucción de la parte incendiada, solicitud que se le hizo llegar a través del corregidor de la ciudad Luis de Ossorio.

            El Concejo se volvió a reunir el día 25  y tomó la decisión de encargar a Francisco de Salamanca un proyecto para la elaboración de un nuevo y moderno trazado, proyecto en el que se consideraba la construcción de una gran plaza así como unas casas consistoriales. El proyecto fue presentado a Felipe II, el cual con alguna corrección aceptó en su totalidad. Este momento es el que queda representado en el mosaico titulado “Felipe II ordena la reconstrucción de la parte incendiada”.

            Felipe II siguió las obras con gran interés, proponiendo algunas modificaciones del proyecto inicial, las cuales no siempre eran del agrado de la ciudad, ya que los arquitectos reales no reparaban en los costes económicos que se debían sufragar a costa de los ingresos municipales.

            Las obras finalizaron en 1572, y la plaza mayor de Valladolid fue alabada y considerada como la más hermosa de Castilla, tomándola como ejemplo en la construcción de las plazas mayores de Salamanca y Madrid. 


Felipe II ordena la reconstrucción de la parte incendiada

            El último de los mosaicos, titulado “Llegada de Santa Teresa y San Juan de la Cruz”, representa la llegada a Valladolid de la Santa para fundar el primer convento de la Orden del Carmen.

            Santa Teresa salió de Medina del Campo al atardecer del día 9 de agosto de 1568 en dirección a Valladolid, acompañada de tres monjas y de Fray Juan de la Cruz, que después de terminar sus estudios de teología se encontraba en Medina del Campo realizando las tareas de pasante de las clases del convento de Santa Ana. Después de caminar durante toda la noche, evitando de este modo las altas temperaturas del verano castellano, llegaron a Valladolid al día siguiente. Su primer destino fue una casa con huertas cedida por los hermanos Bernardino, hijos del Conde de Rivadavia, y por doña María de Mendoza, esposa de don Francisco de Cobos, Marqués de Camarasa y hermana de don Álvaro de Mendoza, obispo de Ávila, para que Santa Teresa realizara en ella su cuarta fundación.

            El enclave era conocido como “Río Olmos”y estaba situado a unos dos kilómetros de la ciudad, actualmente indicado con una cruz construida a orillas del Pisuerga a la altura del puente de Arturo Eyríes. Santa Teresa se ocupó de hacer construir las tapias y de acondicionar las dependencias para la vida conventual, sin embargo pronto se daría cuenta de lo insalubre que resultaba el lugar por su proximidad al río, y comenzó a buscar un nuevo emplazamiento para la construcción del convento, para ello compró unas casas con corral y jardín a Alonso de Argüello situadas en el lugar que ocupa el convento en la actualidad. 


Llegada de Santa Teresa y San Juan de la Cruz

            Y con este mosaico termina el pedazo de historia de Valladolid narrada  a través de la obra de J. Ruiz de la Luna en el zaguán del Palacio de Pimentel.