Según dice Agapito Revilla en su libro “Las Calles de Valladolid”, el primer nombre
con que se conoció a esta calle fue la de “Paseo Los Recoletos”, ya que en
dicha calle estaba situado, entre otros, el convento de “Descalzos Recoletos
de San Agustín”. Este convento fue fundado en 1595, ocupando una casa propiedad del licenciado Abella
situada más allá de la puerta conocida como de la “Pestilencia”, del otro lado
del Campo Grande y camino de Puente Duero.
Los
Agustinos Recoletos eran la rama descalza de la Orden, cuya normativa fue
redactada por Fray Luis de León a finales del siglo XVI. En el año 1603 el
convento cambió su ubicación, situándose en las proximidades de “La Puerta del
Campo”, en unas casas de la actual Acera de Recoletos haciendo esquina con la
actual Calle Perú. Sobre el año 1606 fundaron un nuevo convento con la
advocación de San Nicolás de Tolentino, el cual fue prácticamente desmontado en
la guerra de la Independencia, y abandonado tras la desamortización de Mendizábal.
La construcción perduró en el tiempo, con distintos usos, siendo el último de
estos el de una fábrica de tejidos cuyo primer dueño fue Julián Marcos. El
edificio fue totalmente derribado en 1861 para construir en su solar (los
números 7,8, y 9 de la actual calle).
Fachada de la iglesia del convento "Descalzos Recoletos de San Agustín" según dibujo de Ventura Pérez (Libro "Rincones con Fantasma") |
La
fachada de su iglesia se puede describir a partir del dibujo de Ventura Pérez
que se conserva en el libro de Juan Antolínez de Burgos. Estaba construida en
ladrillo, tenía una puerta con un
tímpano decorado con dos ángeles que sostenían el emblema de los
agustinos, y por encima de este una hornacina guardaba la imagen de su patrono
San Nicolás de Tolentino.
Seguido
al convento de los Padres Agustinos Recoletos se encontraban los conventos de “Jesús y María” y el del
“Corpus Christi”, ambos situados en las casas de Alfaro que hacían esquina por
un lado con la actual Calle Perú, y por el otro con la actual Calle Gamazo. El
convento de “Jesús y María” fue fundado el 3 de mayo de 1583, siendo la segunda
fundación de las monjas concepcionistas, y siguiendo la iniciativa del
sacerdote Alonso de Guevara. En un principio la comunidad no debía sobrepasar
las doce monjas, aunque multiplicó su número en las primeras décadas del siglo
XVII. El convento fue integrado en la familia franciscana, muy presente en
Valladolid, estando muy influenciado por el convento de San Francisco. A
finales del siglo XIX el convento fue demolido y sus patronos, Doña Francisca
Orgaz y Melendo, condesa viuda de Polentinos, Don Emilio y Don Domingo de
Colmenares y Tarabra, a través de su administrador solicitaron el 3 de abril de
1893 al Ayuntamiento la apertura de una calle que llevara como nombre el apellido
familiar “Colmenares”.
El
convento del “Corpus Christi” de las monjas dominicas fue fundado en 1545 por
Ana Bonisen, primero fue el convento de las “Descalzas Reales” hasta que las
dominicas le ocuparon en el siglo XVII. Debido al mal estado que presentaba, en
el año 1883 las monjas obtuvieron licencia para vender el convento y los
terrenos que ocupaba, y de esta manera poder edificar un nuevo convento en otro
lugar.
Había
otros conventos y edificios religiosos cercanos a estos, los cuales rodeaban el
actual Campo Grande, eran el convento
“San José” de los padres capuchinos, el convento de “Las Lauras” de las monjas dominicas recoletas, el colegio
de los “Padres Agustinos”, y la iglesia de “San Juan de Letrán” que se conserva actualmente.
Otro
de los edificios desaparecidos fue el “Hospital
de la Resurrección” que estaba situado en lo que hoy se conoce como las
casas de Mantilla. Fue construido en el año 1553 y atendido la mayor parte del
tiempo por hermanos de San Juan de Dios, y al final de sus días por las
hermanas de la caridad, llevándose a cabo en el mismo las prácticas de los
estudiantes de medicina. El “Hospital de la Resurrección” desapareció a finales
del siglo XIX y su fachada fue trasladada al jardín que precede la “Casa de
Cervantes”.
Portada del antiguo Hospital de la Resurrección |
Los
hermanos de San Juan de Dios tenían su convento en los terrenos cercanos a la
Academia de Caballería, en lo que fue el hospital de Nuestra Señora de los
Desamparados, creado y regentado por la cofradía del mismo nombre en el año
1591. A finales del siglo XVII y tras la muerte de su administrador y benefactor
don Luis de Mahudes, los monjes de San Juan de Dios pasaron a regentar dicho
hospital junto con el “Hospital de la Resurrección”. En 1618 se unificaron
algunos pequeños hospitales, pasando todo ello a ser administrado por un
seglar. Los frailes de San Juan de Dios abandonaron el convento a causa de la
desamortización, siendo utilizado el edificio para distintos fines, hasta que
en 1929 se construyó la Academia de Caballería.
Fachada del antiguo convento hospital "San Juan de Dios" según dibujo de Ventura Pérez (Libro "Rincones con Fantasma") |
Tras
la Desamortización de Mendizábal la burguesía decimonónica se adueñó del
espacio sintiendo la necesidad de urbanizar esta zona de Valladolid considerada
como las afueras y compuesta en su
mayor parte por conventos religiosos. Se llevó a cabo el ensanche de la ciudad y la calle se convirtió en una de las
principales de la misma, sirviendo de enlace con la estación del ferrocarril, a
su vez surgió la Calle de Gamazo y se comenzaron a sustituir las viejas
construcciones por edificios
residenciales de gran aspecto y calidad, ideales para la burguesía de finales
del siglo XIX.
La Avenida de Alfonso XIII, donde se aprecia el tranvía y el famoso kiosco del Paseo Central del Campo Grande |
Otro aspecto del la Avenida de Alfonso XIII |
La
zona que delimitaban los conventos y edificios religiosos se conocía como
“Campo de la Verdad”, y en 1843 a dicho espacio se le puso el nombre de “Campo
de Marte”. En el año 1881 entró en servicio el tranvía, uniendo la Estación del
Norte con la Plaza Mayor y la zona de San Pablo, siendo el tramo de la Acera de
Recoletos uno de los primeros en electrificarse en el año 1910 manteniendo el
servicio hasta 1933.
Con
el tiempo la calle ha cambiado de nombre unas cuantas veces, el “Paseo
Recoletos” pasó a denominarse “Acera de Recoletos”, debido a que solamente
estaba edificado uno de los lados de la calle. Después de la primera visita del
rey Don Alfonso XIII , en el año 1903, se cambió el nombre de “Acera de
Recoletos” por el de “Avenida de Alfonso XIII”, al proclamarse la segunda
República, el 23 abril de 1931 se cambió
el nombre nuevamente por el de “Avenida de la República”. El 12 de agosto de
1936 se acordó reponer de nuevo el nombre de “Acera de Recoletos”, aunque poco
duró el cambio ya que, el 28 de octubre de 1936 la calle pasó a denominarse
“Avenida del General Franco”, hasta que con la llegada de la democracia recuperó
su nombre inicial de “Acera de Recoletos”, nombre que mantiene actualmente.
La
“Acera de Recoletos” ha estado siempre muy unida al “Paseo Central del Campo Grande”.
Un paseo muy frecuentado por la proximidad de los árboles del “Campo de
Marte”, pese a las incomodidades ocasionadas por el excesivo polvo y su
deficiente iluminación, antes de que fuera urbanizado en el periodo
correspondiente a la alcaldía de Miguel Íscar.
Paseo Central del Campo Grande donde se aprecia el desaparecido Salón Pradera |
Estación del Norte |
Cuando
se construyó la “Estación del Norte”, tanto el paseo central del Campo Grande
como la Acera de Recoletos adquirieron una gran importancia, ya que era la
primera impresión que se llevaban los viajeros que llegaban a Valladolid
utilizando el ferrocarril siendo necesario cuidar su aspecto.
El
paseo fue durante muchos años escenario de importantes acontecimientos, como
ceremonias militares, visitas reales, e incluso manifestaciones deportivas de la
ciudad, y en especial las carreras de bicicletas.
Las
bandas de los regimientos, y en especial la de Isabel II tocaban todos los
domingos para amenizar el paseo. Las condiciones en las que lo hacían no eran
las más adecuadas, ya que la gente se arremolinaba alrededor de los músicos
dificultando su tarea. Además como hemos dicho anteriormente era un lugar
polvoriento donde cada cual llevaba su silla colocándola donde mejor le parecía
generando de esta manera un gran desorden y desgobierno.
El templete del Paseo Central del Campo Grande, al fondo la Casa de Resines |
Para
remediarlo el Ayuntamiento dispuso un tablado para los músicos para que no se
sintieran tan agobiados, y en agosto de 1880 se construyó un moderno templete iluminado por ocho candelabros de
tres lámparas de gas cada uno. Este templete perduró hasta el año 1940, en el
que fue desmontado. No fue el único templete que se instaló en el paseo central
de Campo Grande frente a la Acera de Recoletos, hasta el año 1953 dos nuevos
templetes estuvieron instalados en el paseo, aunque ninguno de ellos se pudo
comparar con el primero, no solo en el estilo de construcción, sino
también en su calidad acústica.
En
el año 2003 se prolongó la Acera de Recoletos aprovechando unos terrenos
liberalizados donde estaban instalados unos depósitos e instalaciones de gas y
unas naves de RENFE, después de esta ampliación la Acera de Recoletos comunica
de forma directa la Plaza de Zorrilla con la “Estación del Norte”.
Aspecto que presenta la Acera de Recoletos en la actualidad |
De
entre los edificios que conforman la Acera de Recoletos algunos de ellos
destacan de manera notable, como son:
La casa Mantilla
Edificio
promovido por Fidel Recio Mantilla, de ahí el nombre por el que se conoce, obra
del arquitecto Julio Saracíbar. Se comenzó a construir en 1890 finalizándose en
el año 1891, es considerado como un ejemplo de la arquitectura burguesa de
Valladolid y está situado en el lugar que ocupaba el “Hospital de la
Resurrección”. Es uno de los edificios urbanos más representativos de la ciudad,
para su construcción fue necesario abrir la actual Calle Mantilla, de esta
forma el edificio ocupa toda una manzana, cuenta con cinco portales de
viviendas, dos en Acera de Recoletos, uno en la Calle Miguel Íscar y dos en la
Calle Marina Escobar. El edifico cuando se construyó disponía de electricidad y
el portal situado en la esquina entre la Calle Miguel Íscar y Acera de
Recoletos fue el primero de Valladolid en el que entre sus escaleras se instaló
el primer ascensor, el cual funcionaba mediante un sistema hidráulico cuyos
depósitos se conservan en la actualidad.
El
edificio fue restaurado tanto en su parte exterior como en la interior en el
año 2007. Consta de cuatro pisos más una planta baja en la que se abren grandes
arcos para los locales comerciales, decorados con atlantes, cabezas de león,
máscaras y figuras femeninas. Las viviendas poseen grandes miradores y balcones,
las esquinas que se abren a la Acera de Recoletos se solucionan mediante unos
torreones rematados con una cúpula. El edificio está decorado en su exterior
mediante estucos, a base de columnas, pilastras, cariátides, guirnaldas y
frontones los cuales algunos de ellos han desaparecido.
Es
un edificio de estilo ecléctico con influencias del beaux-artiano francés en la
organización, proporciones, y decoración de sus fachadas. En su interior la
decoración sigue el mismo estilo, con un gran lujo y una gran calidad en los
materiales.
La casa Resines
Unos
metros más adelante en dirección a la Estación de Norte destaca un edificio
cuyo primer propietario se llamaba Francisco Resines, tiene grandes similitudes
con la Casa Mantilla aunque no es de extrañar pues fue obra del mismo
arquitecto Julio Saracíbar, y prácticamente fue construido en el mismo año
1891.
El
edificio es de estilo ecléctico mezclado con la Escuela de Chicago y adornado
con el estilo beaux-artiano francés. La casa Resines tiene una de las fachadas más
elegantes y con más filigrana de Valladolid, su composición tiene un ritmo
singular, tanto en su lectura horizontal como en la vertical, que junto con la
plasticidad de los elementos decorativos dota al edificio de una gran presencia
mostrándose como uno de los más ricos de la ciudad. Su fachada presenta grandes
huecos, en el primer piso flanqueados por cariátides y atlantes, en el segundo
y tercer piso las ventanas se solucionan mediante grandes arcos sobre columnas
gigantes que abarcan las dos plantas, el cuarto piso dispone de una galería de
arcos de medio punto. Su estructura es metálica dando prioridad a la luz y a
los elementos decorativos.
Ventanas del segundo y tercer piso |
Detalle de la decoración de los arcos |
En el primer piso los huecos están flanqueados por cariátides y atlantes |
La casa del Príncipe
Es
un edificio residencial de estilo modernista que ocupa el lugar donde se
encontraba el convento de “Jesús y María”. Se comenzó a construir en el año
1906 finalizándose en 1908, siendo obra del arquitecto Modesto Coloma Palenzuela,
uno de los primeros arquitectos en introducir el modernismo catalán en la
arquitectura vallisoletana.
Del
edificio destaca sobre todo la fachada, siendo lo más expresivo de ella el
torreón que resuelve su esquina, el cual tiene forma cilíndrica elevándose
desde unos delicados soportes de fundición que parece que le sostienen. Sus
grandes huecos están decorados con columnas y elementos vegetales, rematándose
todo ello con una cúpula apuntada. El resto de la fachada es de ladrillo y se
organiza mediante balcones y miradores que se distribuyen de forma distinta
según la planta. Los miradores son de hormigón armado, al igual que el resto de
los elementos decorativos de la fachada, que se complementan con el hierro, la
fachada en la coronación del edificio dispone de curvas recortadas que ocultan
la cubierta muy de estilo modernista. En la planta baja los grandes huecos se
resuelven con pilares de fundición decorados.
Es
un edificio ecléctico con una gran influencia del modernismo que se aprecia en
sus adornos vegetales de las fachadas, aunque también sigue la tradición
mudéjar en la aplicación del ladrillo y la influencia del estilo beaux-artiano
francés.
La coronación de estilo modernista oculta la cubierta |
Detalle de la cúpula apuntada |