Fachada principal de la Casa de Cervantes |
La casa de Miguel de Cervantes formaba parte de un
conjunto de cinco casas de similares características edificadas en el año 1601
por Juan de las Navas, apoderado del Ayuntamiento de Valladolid. Dichas casas
fueron construidas sobre unos solares heredados de su padre, unidos a otros que
fueron adquiridos, sitos en la antigua Calle del Rastro de los Carneros, hoy en
día Calle Rastro. Las casas son un ejemplo de cómo era el tipo de vivienda en
Valladolid en el momento de una gran demanda propiciada por la instalación de
la Corte de Felipe III.
Distribución actual de la planta baja de la Casa de Cervantes y de la Academia de Bellas Artes |
Las casas estaban situadas frente al puente de madera que
existía sobre el río Esgueva, que en aquel tiempo discurría por la actual Calle
Miguel Iscar. Miguel de Cervantes vivió en esta casa ente los años 1602 y 1606,
coincidentes con la permanencia de la Corte en Valladolid, ya que era
recaudador de impuestos. Vivió con su hija Isabel, sus hermanas Magdalena y
Andrea, un hija de esta, y una criada. La vivienda no disponía de muchas
comodidades, ni estaba en un lugar agradable debido a la cercanía de dos
mataderos, un rastro donde se vendía la carne para el consumo público, varios
corrales de cerdos y el propio río Esgueva que en aquellos días despedía mal
olor.
Durante la estancia de Miguel de Cervantes en Valladolid,
se vio involucrado en un desagradable incidente, en el que tuvo que intervenir
la justicia. En la noche del 27 de junio de 1605, Don Gaspar Ezpeleta resultó
herido frente a la casa de Miguel de Cervantes en un altercado con un
desconocido, siendo trasladado a una casa propiedad de Doña Luisa Montoya.
Trascurridos dos días el herido murió y las sospechas recayeron en gran parte
de la vecindad, entre la que se encontraba Cervantes y su familia, los cuales
fueron detenidos junto con algunos vecinos y amigos, hasta que al cabo de unos
días, al no encontrar nada en su contra fueron liberados. La historia de este
proceso se localizó en el archivo de la Real Chancillería de Valladolid a
finales del siglo XVIII, y hoy en día se conserva en la Real Academia Española.
Durante su permanencia en esta casa Miguel de Cervantes
escribió entre otras obras “El Coloquio de los perros”, “El casamiento
engañoso”, “La ilustre fregona”,y “El
licenciado Vidriera”.
En el patio delantero está situada la portada del antiguo Hospital de la Resurrección |
Hospital de la Resurrección según el grabado de Miguel A. Sória |
La distribución de las viviendas está compuesta de planta
baja, principal, segunda y buhardilla. La fachada está realizada a base de
piedra y sillarejo en su parte inferior y ladrillo en el resto, está organizada
con regularidad en la distribución de los huecos de ventanas y balcones,
coincidiendo con el modelo habitual de fachada establecido en Valladolid desde
del siglo XVI. La fachada está decorada a base de impostas correspondientes con
los forjados y cercos de yeso rodeando las puertas y ventanas, y en el tejado
se abren huecos abuhardillados. En frente de la casa existe un pequeño jardín
con una fuente, en el cual se instaló la portada del Hospital de la
Resurrección fechada en 1579, y consistente en una hornacina con una imagen
escultórica entre una estructura apilastrada de orden dórico. Dicho edificio
estuvo situado en la esquina de la Calle Miguel Iscar con la Acera Recoletos.
La fachada trasera repite la misma estructura que la principal, desde la cual
se accede a otro jardín en el que también se ha instalado una portada
renacentista procedente del monasterio de la Armadilla, en la provincia de
Valladolid, dicha portada está formada por un arco de medio punto con
ornamentación plateresca y hermosas tallas de ángeles, rematándose con relieves
de candelabros sobre la clave y las jambas de la puerta.
Tres de las cuatro casas subsistentes, entre las que se
encontraba la vivienda que ocupó Miguel de Cervantes, fueron adquiridas entre
1912 y 1916 por el rey Alfonso XIII y el hispanista Mr. Archer Milton
Hontington, fundador de la Sociedad Española de América en el año 1904, las
cuales pasaron a partir de 1916 a formar parte del Patrimonio del Estado. La
cuarta casa fue comprada en 1919 por el Marqués Benigno de la Vega Inclán y
cedida al Estado en 1942.
La vivienda en la que vivió Miguel de Cervantes fue
identificada en el año 1866, y en 1872 un grupo de jóvenes escritores
arrendaron la casa para fundar en ella un Ateneo para discutir temas
literarios, pero la falta de recursos propició que la Sociedad no durase más de
seis meses. Con motivo de la conmemoración del 275 aniversario de la
publicación del Quijote, el farmacéutico Don Mariano Pérez Mínguez y los
propietarios de la casa la decoraron con muebles y objetos antiguos, fundando
en 1875 la Sociedad denominada “La Casa de Cervantes”. La casa fue abierta al
público y convertida en sala de lectura y museo hasta el año 1887, año en el
que desapareció la Sociedad y la casa pasó a ser ocupada por inquilinos.
Fuente situada en el jardín del patio delantero |
Bastantes años después, el “Patronato de las Fundaciones
de Vega Inclán” contactó con Francisco Javier Sánchez Cantón, subdirector del
Museo del Prado, y con Constantino Candeira, arquitecto y subdirector del Museo
Nacional de Escultura, para la realización del proyecto de crear un nuevo museo
en la antigua vivienda de Miguel de Cervantes, para ello recurrieron a la
consulta de cartas, documentos y testamentos para poder localizar los muebles y
utensilios que poseyó la familia, con el fin de recrear en la vivienda el
ambiente de la época. El nuevo museo fue inaugurado el 23 de abril de 1948.
La cuarta de las casas fue ocupada por la “Real Academia
de la Purísima Concepción de Matemáticas y Nobles Artes” desde 1948,
institución fundada en 1779 por un grupo de aficionados a las matemáticas, y
presidido por el joven Pedro Regalado Pérez Martínez con el fin de enseñar
matemáticas y dibujo. Las primeras constituciones fueron aprobadas por Real
Célula de Carlos III el 16 de febrero de 1783, pero fue Carlos IV, quien en
1802 concedió a la Academia similares privilegios, a los poseídos por las
Academias de Valencia y Zaragoza. Los fondos museísticos que posee proceden en
su mayor parte de los concursos que organizó a partir de 1863, también recibió
diversos depósitos del Museo Nacional del Prado, y los propios académicos
incrementaron la colección con sus propias donaciones.