domingo, 20 de enero de 2013

Palacio del Conde-Duque de Benavente

Palacio del Conde-Duque de Benavente (Biblioteca de Castilla y León)

            Las obras de construcción del edificio comenzaron en 1515 siendo el V conde de Benavente su promotor, y participando en su construcción el cantero García de Entrambasaguas. Fue construido en la época de la Guerra de las Comunidades, y mientras se estaba construyendo, las obras fueron paralizadas por el temor de que se estuviese construyendo una fortaleza, contraviniendo la disposición de los Reyes Católicos por la cual, se obligaba a derribar todos los edificios o elementos de estos que pudieran poner en peligro el poder de la Corona. Tras una inspección de lo construido, se dio permiso para la continuación de las obras, aún así el conde de Benavente logró que se edificaran en su palacio algunos torreones, aunque limitando el espesor de sus muros.

            El edificio se terminó de construir en el año 1520, tuvo presunción de palacio real, impresionando su gran tamaño y los ricos aposentos de que disponía. En 1555 fue escenario de las Cortes, y en el año 1559 se alojó  el reciente proclamado rey Felipe II. Fue residencia de la familia real en el año 1601 cuando la corte se trasladó a Valladolid, y mientras se estaba acondicionando el palacio que había pertenecido a Don Francisco de los Cobos y Molina para su uso como Palacio Real.

            En este palacio vino al mundo en 1601 la infanta Doña Ana Mauricia, la cual se casaría con el rey de Francia Luis XIII, también en este palacio nacería la infanta Doña María, hija de Felipe III y de Doña Margarita de Austria.

            El palacio estaba comunicado mediante un pasadizo con el cercano monasterio de San Quirce, el cual utilizaba la reina Doña Margarita para visitar a las monjas del convento. En su parte posterior el palacio contaba con largas galerías que se abrían a un espléndido jardín, desde las cuales se podía contemplar el río Pisuerga. También el palacio tenía un paseo que comunicaba con “Las Moreras”, antes denominadas Paseo del Espolón, dicho paseo terminaba en un embarcadero desde el cual el rey cruzaba en barca el Pisuerga para llegar a su finca, la cual dio el nombre al actual barrio de “La Huerta del Rey”. En dicha finca el rey disponía de un pequeño palacio denominado “El Palacio de la Ribera”.

            A mediados del siglo XVII, en tiempos del conde de Benavente Don Juan Alfonso de Pimentel, el palacio disponía de grandes riquezas entre las que se encontraban una magnífica colección de cuadros de Caravaggio y de Ribera, riquezas que fueron aumentando a lo largo de los años y que no han llegado hasta nuestros días debido a los incendios fortuitos que sufrió el palacio en 1668 y en 1716, este último asoló la segunda planta del edificio, y sus torres, en él murieron cuatro personas, y se perdieron prácticamente la totalidad de las riquezas del palacio, quedando convertido en una ruina.

            Tras el incendio el palacio fue abandonado, y vendido a la Diputación en el año 1779, fue restaurado y dedicado a orfanato, se derribó un torreón que estaba situado cerca del río, y se vendió parte del jardín, destruyendo sus galerías y paseos. El orfanato se mantuvo en uso hasta finales de 1970, posteriormente se produjo una nueva restauración en el año 1984 en la que se intentó rescatar lo que quedaba, para convertir el antiguo palacio en la sede de la biblioteca de Castilla y León.

Planta del palacio

            El edificio es de grandes proporciones, en su construcción se ha utilizado la piedra para los zócalos, las esquinas y la portada, para el resto de los elementos se emplea el ladrillo. El edifico tiene planta cuadrada, flanqueada por cuatro torreones que actualmente apenas sobrepasan la altura de la fachada, se organiza mediante dos patios, de los cuales solamente uno ha conservado parcialmente su estructura, de cuatro crujías con arcos apoyados sobre columnas con capiteles corintios tallados con austeras decoraciones de hojas de acanto y pequeñas volutas. El segundo patio tiene forma circular y cubierta semiesférica, entre ambos patios se sitúa la escalera como es habitual en la construcción de los grandes conjuntos palaciales, esta ha sido adaptada para el nuevo uso del palacio, empleando materiales actuales como el hormigón prefabricado, elementos metálicos y cubierta de cristal.

Portada del palacio

            La fachada principal conserva la primitiva portada de acceso, formada por un arco de medio punto dentro de una composición cuadrangular enmarcada con un alfiz de fina labor plateresca, dentro de esta composición se pueden apreciar dos escudos laureados como emblema de la categoría social de sus propietarios en los que lamentablemente no se aprecian con claridad las armas de la familia Benavente.

Detalle de los escudos de la familia Benavente

            En la parte posterior el palacio cuenta con una galería de dos cuerpos, siendo esta el único resto que queda de las largas galerías que permitían contemplar los parajes próximos al río Pisuerga.